domingo, 14 de febrero de 2010

Edward Hooper

(Nyack, EEUU, 1882 - Nueva York, EEUU, 1967)

«Chair car», 1965.

¿Nunca habéis estado en la cafetería de un aeropuerto o en una estación de tren, y os ha parecido que estábais dentro de un cuadro de Edward Hooper? A mí me ha pasado muchas veces, sobre todo si está anocheciendo y los últimos rayos de sol entran casi horizontales por las ventanas.




«Corn Hill», 1930.



Esa chica que repasa su agenda en el portátil, al final de la sala, el vendedor con el nudo de la corbata desanudado y con la mirada perdida en el vacío, los reflejos fríos de la luz en el acero.

«Morning sun», 1952.

Muchos críticos han comentado que Hooper es el pintor de la soledad del hombre contemporáneo (en realidad, de la mujer, que sitúa casi siempre en el punto focal de la mayoría de sus obras).




Salas de espera, barras de bar vacías, habituaciones de hotel, paisajes con mansiones aisladas en una naturaleza transformada…

Es posible que sea así. A a mi básicamente me fascina la fuerza de evocación de sus cuadros, y la humanidad de los personajes, sobre los que se podría escribir un relato con inicio en la escena de la pintura.


«Nighthawks», 1942.

3 comentarios:

Cecilia dijo...

No lo conocía, pero me gusta el estilo, entre realista y de novela negra.
Interesante aporte!!
Saluditos

Julián Muñoz Ortega dijo...

Ceci, me gusta que te guste. Si tienes ocasión busca más cuadros suyos en la web, a mi me parecen mágicos. Besos.

Julián Muñoz Ortega dijo...

Ceci, me gusta que te guste. Si tienes ocasión busca más cuadros suyos en la web, a mi me parecen mágicos. Besos.