domingo, 29 de agosto de 2010

Verdiales


No es nada extraño que entre la virgen de Agosto (La Asunción) y la virgen de Septiembre (La Victoria) se celebren la mayoría de las fiestas patronales de los pueblos de Málaga.

Como en muchas celebraciones religiosas, se trata de fiestas vinculadas a los ritmos del calendario agrario: el 15 de Agosto se celebra el fin de la siega del trigo y el 9 de Septiembre la vendimia. Pan y vino, centro de la mesa mediterránea. Hay que agradecer a los Dioses que, después de los avatares del cultivo, hayan quedado espigas que recoger y racimos que vendimiar.

En los Montes de Málaga siempre fueron fechas de muchos Verdiales, aunque la fiesta mayor haya quedado para el 28 de Diciembre. Las romerías, las veladas de los jornaleros venidos para la siega o la vendimia, las verbenas, se llenaban de toques de guitarra, pandero y violín, con tres temas básicos, comunes a todas las celebraciones populares: el amor y el desamor, muchas veces tratados con mucha picardía, los motivos del campo y la labranza, y el cariño por la tierra, muchas veces ingrata pero siempre bella.

La fiesta, las noches de vigilia, las brisas de agosto y el vino se prestan a encontrar amores, a disfrutarlos, a perderlos y a recordarlos, bien o mal, dependiendo de cómo hayan terminado. El Verdial no es ajeno al juego que nos lleva de cabeza desde que somos como somos, muchas veces contando las peripecias de la seducción.

"Andas por ahí diciendo
que malos tiros me den
y las fatigas te ahogan
el día que no me ves".

“La primera clavellina
que eche un clavellinero
se la tengo que poner
a mi serrana en el pelo”

“Si quieres que vaya a verte
échale al perro caenas
que antenoche me mordió
por ver tu cara morena.”

Las coplas relacionadas con la temática del desengaño son frecuentes y las más aplaudidas por el auténtico fiestero.

“Las estrellitas del cielo
las cuento y no están cabales,
faltan la tuya y la mía
que son las dos principales".

El verso se hace filo de navaja tras varias copas de los Montes o de Pedro Ximénez, puesto que no había mejor forma de arreglar cuentas que con una letrilla pregonada en medio de la fiesta.

“Si estaba loco por ti,
me preguntaste un día,
si estaba loco por ti.
Maldita lengua la mía
cuando le dijo que sí
a quien no lo merecía.”

También los motivos del campo y de la labranza aparecen en muchas coplas, en ocasiones con un sentido nostálgico, pero la mayoría de las veces desde el punto de vista del que sabe que es la tierra la que da de comer, con lo que hay que darle constante tributo y reverencia.

"Qué pájaro será aquél
que canta en la verde oliva,
dígale usted que se calle,
que su cante me lastima".

“Sembré en los Santos trigo,
con las bestias lo labré
quiera la Virgen santa
que me lo pueda comer.”

“Dígame pronto Madre
La primera luz del día
Si en el mundo entero hay
Tierra como la mía.”

En fin, como cualquier manifestación artística popular, conviven la anécdota con la filosofía, el chisme con el romance, con cumbres metafísicas como la que cierra esta entrada. Espero que disfrutéis intensamente de estas fechas de amor y fiesta.

“Me puse a beber un día,
de la fuente del saber
me puse a beber un día.
Y sólo logré entender
que no hay filosofía
que pueda comprender.”

sábado, 21 de agosto de 2010

Bizcocho para tartas


Este es el bizcocho básico (las monjas dicen "bizcochuelo") que se utiliza para todo tipo tartas de crema o frutas. También se puede tomar con chocolate a la taza, o servir de base para un tiramisú o un brazo de gitano. Os aseguro que con esta receta queda realmente alto y esponjoso.

- 5 huevos.
- 150 gr. Azúcar.
- 75 gr. Harina de trigo.
- 50 gr. Harina refinada de maíz (Maizena).
- 20 gr. Levadura Royal.
- Una pizca de sal.
- Mantequilla para untar el molde.


1. La levadura se mezcla bien con las dos harinas en seco y se reserva.

2. Mezclamos batiendo con unas varillas las yemas de huevo con el azúcar y una pizca de sal.

3. Las claras se baten a punto de nieve. A continuación se incorpora la mezcla de yemas con azúcar.

4. La harina y la levadura se incorporan a la mezcla poco a poco, procurando que no se formen grumos.

5. El molde se unta bien de mantequilla y se llena con 2/3 de la masa.

6. Calentamos bien el horno.

7. Hornear a 150º durante 20 ó 30 minutos aproximadamente, sin abrir el horno, cuidando que no se queme. Se puede usar una aguja larga de coser o un alambre para comprobar el punto: el bizcocho estará listo cuando pinchemos la masa y la aguja salga limpia.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Roast Beef

Hoy he tenido el privilegio de cocinar Roast Beef en plena campiña inglesa. Muchos sabréis que estoy de vacaciones en el sur de Gran Bretaña, y las cenas están dando mucho de sí gastronómicamente. En concreto, este plato que véis ha sido un éxito entre mis niñas, mi mujer y mis amigos. Espero que os animéis a cocinarlo, y que os salga muy bueno. Besos desde la pérfida Albión.


- 1 kg de carne de ternera, vaca o buey (solomillo, lomo bajo o el núcleo del filetero), en un trozo regular.
- Sal fina.
- Pimienta negra.
- Aceite de oliva.

Para servir:

- Lechugas variadas (con su aliño).
- Tomate.
- Salsa de mostaza.
- Sal Maldon.

(los ingleses lo sirven con melocotón asado, 'Yorkshire puddin' y salsa de carne, pero en España son difíciles de conseguir y más de cocinar).

- La carne se debe bridar con una cuerda para que quede bien compacta, y sacar de la nevera, a temperatura ambiente, al menos una hora.

- El horno se precalienta a 220 grados.

- Sazonamos la pieza de ternera con sal y abundante pimienta negra. Calentamos bien una sartén con aceite y sellamos la pieza por todos los lados, hasta que la carne quede bien dorada.

- Para hornear la carne, la colocamos en una rejilla y debajo utilizaremos una bandeja de horno para recojer los jugos (es muy importante que la pieza no toque el fondo de la bandeja, para que se ase y no se cueza).

- Horneamos a 220 grados durante 30 minutos. El tiempo de cocción dependerá del peso y forma de la carne, puede ser conveniente utilizar un termómetro de asados, que deberá indicar 90 grados en el interior cuando ya esté lista.

- Una vez asada, se deja reposar sobre la rejilla fuera del horno, al menos 1 hora (mantendremos una bandeja debajo para recojer los jugos, el reposo es importante para conseguir el "rosado" uniforme característico de esta preparación).

- Tras el reposo, se corta el asado muy fino y se sirve en platos muy calientes rociado con sal maldon, y acompañado de ensalada y salsa de mostaza.