Esta tarde he caminado unos ocho kilómetros por un carril que sale de la ermita de San Fagún, en dirección norte, a la afueras del pueblo de Los Barrios, donde tengo la experiencia de que hay bastantes probabilidades de poder observar algún corzo.
El paisaje es un mosaico de bosque mediterráneo (mezcla de encina, roble, quejigo, sabina y espino), pastos, cultivos de cereal y sotos de chopos y sauces en los muchos arroyos que cruzan la zona. La variedad de ambientes y la poca presión humana permite observar mucha fauna.
A pesar de la fecha, la tarde era realmente invernal, con 10 grados, muy nublado, bastante viento y los árboles todavía con la hoja caída. Tras un desagradable chaparrón, el campo se ha puesto precioso, con varios arcoiris sobre los montes Obarenes.
Muchas rapaces -posiblemente en paso- y pocos pajarillos -el viento y el retraso de la primavera-. Varios milanos negros, un milano real, un águila calzada, tres ratoneros y un buitre leonado. Dos perdices parecían acompañarme en la lejanía, siempre atentas a las rapaces, y un cuco andaba muy agitado buscando nidos -supongo- y cantando desde las encinas.
Finalmente he visto mis corzos. Una pareja que ha aparecido en un sembrado de trigo rodeado por manchas de bosque. La carrera hacia la espesura ha sido realmente preciosa.