No es nada extraño que entre la virgen de Agosto (La Asunción) y la virgen de Septiembre (La Victoria) se celebren la mayoría de las fiestas patronales de los pueblos de Málaga.
Como en muchas celebraciones religiosas, se trata de fiestas vinculadas a los ritmos del calendario agrario: el 15 de Agosto se celebra el fin de la siega del trigo y el 9 de Septiembre la vendimia. Pan y vino, centro de la mesa mediterránea. Hay que agradecer a los Dioses que, después de los avatares del cultivo, hayan quedado espigas que recoger y racimos que vendimiar.
En los Montes de Málaga siempre fueron fechas de muchos Verdiales, aunque la fiesta mayor haya quedado para el 28 de Diciembre. Las romerías, las veladas de los jornaleros venidos para la siega o la vendimia, las verbenas, se llenaban de toques de guitarra, pandero y violín, con tres temas básicos, comunes a todas las celebraciones populares: el amor y el desamor, muchas veces tratados con mucha picardía, los motivos del campo y la labranza, y el cariño por la tierra, muchas veces ingrata pero siempre bella.
La fiesta, las noches de vigilia, las brisas de agosto y el vino se prestan a encontrar amores, a disfrutarlos, a perderlos y a recordarlos, bien o mal, dependiendo de cómo hayan terminado. El Verdial no es ajeno al juego que nos lleva de cabeza desde que somos como somos, muchas veces contando las peripecias de la seducción.
"Andas por ahí diciendo
que malos tiros me den
y las fatigas te ahogan
el día que no me ves".
“La primera clavellina
que eche un clavellinero
se la tengo que poner
a mi serrana en el pelo”
“Si quieres que vaya a verte
échale al perro caenas
que antenoche me mordió
por ver tu cara morena.”
Las coplas relacionadas con la temática del desengaño son frecuentes y las más aplaudidas por el auténtico fiestero.
“Las estrellitas del cielo
las cuento y no están cabales,
faltan la tuya y la mía
que son las dos principales".
El verso se hace filo de navaja tras varias copas de los Montes o de Pedro Ximénez, puesto que no había mejor forma de arreglar cuentas que con una letrilla pregonada en medio de la fiesta.
“Si estaba loco por ti,
me preguntaste un día,
si estaba loco por ti.
Maldita lengua la mía
cuando le dijo que sí
a quien no lo merecía.”
También los motivos del campo y de la labranza aparecen en muchas coplas, en ocasiones con un sentido nostálgico, pero la mayoría de las veces desde el punto de vista del que sabe que es la tierra la que da de comer, con lo que hay que darle constante tributo y reverencia.
"Qué pájaro será aquél
que canta en la verde oliva,
dígale usted que se calle,
que su cante me lastima".
“Sembré en los Santos trigo,
con las bestias lo labré
quiera la Virgen santa
que me lo pueda comer.”
“Dígame pronto Madre
La primera luz del día
Si en el mundo entero hay
Tierra como la mía.”
En fin, como cualquier manifestación artística popular, conviven la anécdota con la filosofía, el chisme con el romance, con cumbres metafísicas como la que cierra esta entrada. Espero que disfrutéis intensamente de estas fechas de amor y fiesta.
“Me puse a beber un día,
de la fuente del saber
me puse a beber un día.
Y sólo logré entender
que no hay filosofía
Como en muchas celebraciones religiosas, se trata de fiestas vinculadas a los ritmos del calendario agrario: el 15 de Agosto se celebra el fin de la siega del trigo y el 9 de Septiembre la vendimia. Pan y vino, centro de la mesa mediterránea. Hay que agradecer a los Dioses que, después de los avatares del cultivo, hayan quedado espigas que recoger y racimos que vendimiar.
En los Montes de Málaga siempre fueron fechas de muchos Verdiales, aunque la fiesta mayor haya quedado para el 28 de Diciembre. Las romerías, las veladas de los jornaleros venidos para la siega o la vendimia, las verbenas, se llenaban de toques de guitarra, pandero y violín, con tres temas básicos, comunes a todas las celebraciones populares: el amor y el desamor, muchas veces tratados con mucha picardía, los motivos del campo y la labranza, y el cariño por la tierra, muchas veces ingrata pero siempre bella.
La fiesta, las noches de vigilia, las brisas de agosto y el vino se prestan a encontrar amores, a disfrutarlos, a perderlos y a recordarlos, bien o mal, dependiendo de cómo hayan terminado. El Verdial no es ajeno al juego que nos lleva de cabeza desde que somos como somos, muchas veces contando las peripecias de la seducción.
"Andas por ahí diciendo
que malos tiros me den
y las fatigas te ahogan
el día que no me ves".
“La primera clavellina
que eche un clavellinero
se la tengo que poner
a mi serrana en el pelo”
“Si quieres que vaya a verte
échale al perro caenas
que antenoche me mordió
por ver tu cara morena.”
Las coplas relacionadas con la temática del desengaño son frecuentes y las más aplaudidas por el auténtico fiestero.
“Las estrellitas del cielo
las cuento y no están cabales,
faltan la tuya y la mía
que son las dos principales".
El verso se hace filo de navaja tras varias copas de los Montes o de Pedro Ximénez, puesto que no había mejor forma de arreglar cuentas que con una letrilla pregonada en medio de la fiesta.
“Si estaba loco por ti,
me preguntaste un día,
si estaba loco por ti.
Maldita lengua la mía
cuando le dijo que sí
a quien no lo merecía.”
También los motivos del campo y de la labranza aparecen en muchas coplas, en ocasiones con un sentido nostálgico, pero la mayoría de las veces desde el punto de vista del que sabe que es la tierra la que da de comer, con lo que hay que darle constante tributo y reverencia.
"Qué pájaro será aquél
que canta en la verde oliva,
dígale usted que se calle,
que su cante me lastima".
“Sembré en los Santos trigo,
con las bestias lo labré
quiera la Virgen santa
que me lo pueda comer.”
“Dígame pronto Madre
La primera luz del día
Si en el mundo entero hay
Tierra como la mía.”
En fin, como cualquier manifestación artística popular, conviven la anécdota con la filosofía, el chisme con el romance, con cumbres metafísicas como la que cierra esta entrada. Espero que disfrutéis intensamente de estas fechas de amor y fiesta.
“Me puse a beber un día,
de la fuente del saber
me puse a beber un día.
Y sólo logré entender
que no hay filosofía
que pueda comprender.”