domingo, 20 de mayo de 2012

Albóndigas

Plato "de batalla" y "para niños", que se puede preparar en cantidades industriales y congelar para tres o cuatro ocasiones. No hay excusa para no comer bien los días laborables.




- 600 gr. de carne de Ternera picada (o mezcla de tercera y cerdo).
- 2 huevos.
- Pan rallado.
- 2 dientes de ajo.
- Perejil fresco.
- 4 cucharadas de leche.
- 1 cebolla.
- 4 cucharadas de salsa de tomate.
- Aceita de oliva.
- Sal y pimienta negra.
- Laurel.
- ½ vaso de agua.

La carne picada se amasa con la leche, los huevos, el ajo muy picado, el perejil, sal y pimienta.

Formamos bolas de carne y utilizamos el pan rallado para empanarlas. Las freímos en abundante aceite caliente y las vamos colocando en la cacerola que usaremos para terminar de cocinarlas.

En la sartén donde hemos frito las albóndigas, retiramos la mayor parte del aceite y en el que nos ha quedado cocinamos la cebolla bien picada, hasta que quede tierna y transparente.

Incorporamos este sofrito a la cacerola donde guardamos las albóndigas y escurrimos sobre ella la sartén con el medio vaso de agua, para aprovechar los jugos.


Añadimos la salsa de tomate, dos hojas de laurel, agua para que cubra, más o menos, las tres cuartas partes de las albóndigas y un poco de pimienta negra. El guiso debe cocer durante unos 30 minutos, a fuego lento. Al final, rectificamos de sal y pimienta, y servimos caliente.



Están mejor de un día para otro. En esta ocasión las servimos con zanahorias y mazorcas de maíz cocidas al vapor.

sábado, 12 de mayo de 2012

Richard Estes

[cerca de Chicago, Illinois (USA) - 1932, afortunadamente vive]

No creo que sea muy exagerado definir a Estes como un héroe artístico del siglo XX, puesto que se apartó de la abstracción dominante en la pintura contemporánea para impulsar el movimiento hiperrealista que tantas alegrías ha dado a muchos aficionados a la pintura.



En el New York de los sesenta, donde comenzó a presentar sus primeros trabajos, fue tratado como un auténtico apestado, en pleno dominio de las corrientes post-abstracción y pop; sin embargo, las modas vienen y van, y en los noventa y dos mil todas las colecciones importantes compraron obras suyas.


Yo tuve el privilegio de ver la exposición sobre él que montó el Museo Thyssen de Madrid en 2007, y los cuadros tenían una fuerza excepcional. Horas de trabajo, pruebas, sensibilidad en los encuadres y la elección de la luz, se notaba que eran obras que tenían detrás un trabajo artesanal enorme, algo que se echa a faltar en mucho artista actual famoso.

El autor siempre ha reconocido su admiración por Edward Hopper, también comentado en este blog, aunque se distancia de éste al evitar escenas nocturnas o elementos emocionales o personales en el paisaje.  Se trata de una calidez glaciar, permitidme la expresión.


Los encuadres de Estes buscan definir la luz, impulsar los reflejos, las superficies metálicas y los cristales. Aunque la sensación de muchas obras es de “imitación de la fotografía”, mi opinión es que en realidad buscan plasmar un mundo que tiene mayor nitidez, transparencia, solidez, de lo que podría tener cualquier momento real. Son más reales que las fotos.


Bajo su mirada, la voluntad de imitación de lo real convierte las ciudades modernas –tan efímeras, tan cambiantes- en recuerdos perdurables, sólidos, ajenos a la erosión del tiempo.