sábado, 12 de mayo de 2012

Richard Estes

[cerca de Chicago, Illinois (USA) - 1932, afortunadamente vive]

No creo que sea muy exagerado definir a Estes como un héroe artístico del siglo XX, puesto que se apartó de la abstracción dominante en la pintura contemporánea para impulsar el movimiento hiperrealista que tantas alegrías ha dado a muchos aficionados a la pintura.



En el New York de los sesenta, donde comenzó a presentar sus primeros trabajos, fue tratado como un auténtico apestado, en pleno dominio de las corrientes post-abstracción y pop; sin embargo, las modas vienen y van, y en los noventa y dos mil todas las colecciones importantes compraron obras suyas.


Yo tuve el privilegio de ver la exposición sobre él que montó el Museo Thyssen de Madrid en 2007, y los cuadros tenían una fuerza excepcional. Horas de trabajo, pruebas, sensibilidad en los encuadres y la elección de la luz, se notaba que eran obras que tenían detrás un trabajo artesanal enorme, algo que se echa a faltar en mucho artista actual famoso.

El autor siempre ha reconocido su admiración por Edward Hopper, también comentado en este blog, aunque se distancia de éste al evitar escenas nocturnas o elementos emocionales o personales en el paisaje.  Se trata de una calidez glaciar, permitidme la expresión.


Los encuadres de Estes buscan definir la luz, impulsar los reflejos, las superficies metálicas y los cristales. Aunque la sensación de muchas obras es de “imitación de la fotografía”, mi opinión es que en realidad buscan plasmar un mundo que tiene mayor nitidez, transparencia, solidez, de lo que podría tener cualquier momento real. Son más reales que las fotos.


Bajo su mirada, la voluntad de imitación de lo real convierte las ciudades modernas –tan efímeras, tan cambiantes- en recuerdos perdurables, sólidos, ajenos a la erosión del tiempo.

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