Tras seis días lloviendo con fuerza en toda la provincia de Málaga, tenía curiosidad por ver el efecto de tanta agua en los ríos de las sierras, esos que en verano apenas se pueden llamar por su nombre.
En la mayoría de las estaciones meteorógicas de la Serranía de Ronda se han registrado más de 400 litros por metro cuadrado en 7 días. En otras zonas ha llovido algo menos, pero el agua se ha dejado notar: en la capital, comarca de Antequera, valle del Guadalhorce y Axarquía se ha superado con creces la cota de 200 litros.
Con estos datos estaba claro dónde había que echar un vistazo. Muy de mañana salí para Ronda con el objetivo de disfrutar de los veneros.
Al llegar a la Cueva del Gato, la sensación del poder del agua resultaba brutal. Como sabéis, de esta cavidad mana el agua de un enorme complejo de cavernas de origen calizo, donde, entre otros, se pierde el curso del río Guadares, al otro lado de la sierra, en Montejaque. La cascada que forma esta cueva va a parar al Guadiaro, que acaba de nacer a unos 2 kilómetros al este, dandole un "empujón" importante.
El torrente había destruído el puente de madera que permitía acceder a la cueva y una gran parte del sendero peatonal. El ruido y los vapores -no está uno acostumbrado- eran espectaculares.
Un poco más al oeste, en otro afluente del Guadiaro, la situación era parecida.
El que veis a la izquierda es el arroyo del Molino, en Estación de Benaoján.
Totalmente salido de madre, con varias calles inundadas y con caras de preocupación en los vecinos, más de uno me miró mal ante la cara de satisfacción que tenía mientras hacía fotos desde el puente que va al Molino del Santo.En este caso, asombroso el efecto del vapor en el paisaje, una maravilla de la naturaleza.
Y no podía dejar de visitar al "padre" Genal, que nace en Igualeja, en un paraje que, lo siento mucho, no le hace justicia. Demasiado humanizado, le falta sabor.
En cualquier caso, el espectaculo también estaba allí, por mucho que las "palmeritas" y los "caminitos" nos transportaran a Torremolinos.
El Genal nace de una surgencia rodeada de rocas, un chorro de agua limpia y fría bajo la superficie de una poza casi en medio del pueblo. El efecto de estas lluvias se dejaba notar por la velocidad que cogía el agua nada más salir del manantial.
La única ventaja de estos sitios para turistas es que siempre hay un bar cercano donde tomar una buena tapa, en este caso una terraza justo al lado del recien nacido Genal, donde ponen unos callos de categoría.
Lugares mágicos, lugares de leyenda. Los veneros, los manantiales, siempre fueron objeto de adoración y también, por qué no decirlo, de temor.
Lo que el río da, el río quita, dice el refrán.
Aquí os dejo este letra de verdiales para finalizar una día mágico:
«Me puse a beber un día
de la fuente del saber
y sólo logre entender
que no hay filosofía
que pueda comprender.»
1 comentario:
Preciosas fotos, Julián.
Un abrazo
José Angel
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